lunes, 4 de febrero de 2013

Cáncer


Cuando era pequeña y vivía en la más pura inocencia e ignorancia, la palabra Cáncer, para mí, era simplemente un signo del zodiaco. El de mi padre, constante, cabezón, perseverante, alegre y luchador. El de mi prima, llena de vida y coqueta. Sólo sabía de esa palabra al cantar los zodiacos en el recreo o al mirar el horóscopo en la Superpop.

Soy una cobarde, y mi lema es "cuanto más sabes, más difícil es llevar la vida". La ignorancia, a veces, es una virtud. Hoy, recuerdo mi infancia con cariño y nostalgia, y cuando oigo, leo o hablo sobre la palabra Cáncer, tiene otro cruel significado.

Trabajo con ello, y aunque suene pesimista y dramático-novelesco, no sabemos a la magnitud a la que nos enfrentamos. Algo propio, tuyo, que es tu unidad básica de vida, tu célula, se convierte en algo malo, se vuelve contra a ti, y te invade. La parte mala gana a la buena, símil de esta sociedad.
No es una enfermedad como gran parte de la gente cree. Son cientos, miles de ellas. Es tan complicado luchar con uno mismo!


Como todos los campos en este país, y si alguien es afortunado, que se manifieste, la Investigación sufre recortes de los recortes a los que estaba acostumbrada. Cada uno grita y llora por lo que pierde, por lo que ve injusto, y yo grito por que para investigar y luchar contra el cáncer se necesitan medios, dinero, gente preparada y mentes privilegiadas que hay y que vendrán. Pero esa gente, como el resto del mundo, comemos. Y aunque amamos nuestro trabajo por encima de muchas cosas, y el afán por descubrir algo que haga bien, aunque sea a una sola persona, nuestras células necesitan energía que vienen del alimento que viene o del dinero de tu trabajo o del tupper de tu madre.



Y lloro por la gente que lo sufre, por las familias que ven cuerpos apagarse, por el sufrimiento de saber que a tu cuerpo se le agotan las fuerzas, mermados por el dolor, por vidas llenas de proyectos que iban a ser y no han sido.

Pero sin duda, también quiero cantar. Cantar a las personas que son constantes, cabezones, perseverantes, alegres, luchadores, llenos de vida, coquetos/as y que lo hacen lo imposible por vencerse a sí mismos, a la parte de ellos que se ha revelado contra sí mismo.
Canto a la llama de ilusión de los ojos de cuerpos malheridos, al enfermo que da fuerzas a su familia, y al que, muchas veces aunque no las suficientes, son capaces de contar su historia pasada, con energías para un futuro largo y prometedor.


Toda mi energía, mi apoyo y admiración a esas personas, a cada una de ellas.









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